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La fisica un vivir diario
¡Qué importa si se seca la tinta de los altaneros diplomas con letras doradas! ¡Qué los quemen todos! Siempre existirá el físico que aprendió en su casa, a costa de muchos errores y tuvo un profesor mejor que Einstein: la experiencia. Ese físico vivirá en cada niño que con un cuchillo hurga en un tomacorriente en busca de ese espíritu invisible que hace que la bombilla cobre vida. Vivirá dentro de cada joven que, intentando volar un avión de madera de balsa con un cohete, queme la mitad del jardín. Existirá en cada abuelo que noche tras noche, junto con su nieto, se acueste en la hierba recién visitada por el rocío a calcular el movimiento de los planetas.
La Física es un hecho. Una acción involuntaria, pero que da, dio y dará vida al progreso mismo del hombre, como el latir de un corazón. Es inevitable. Se preguntarán ¿por qué? La magia oculta que engendró la poesía es también progenitora de los pecados; la curiosidad del ser humano. Y así como también la poesía ha logrado conquistar los más áridos rincones del corazón, la Física provee de infinitas respuestas a este mundo tan complejo.
Tal vez lo más hermoso de esta física “hecha en casa” es que a veces las respuestas llegan tan rápido que no hay tiempo de formular pregunta alguna. ¿Cuándo se ha visto que un futbolista saca lápiz y papel a medio partido y se quiebra la cabeza con alguna fórmula para calcular la trayectoria de una bola? Nunca. Los jugadores saben adónde va a caer el balón, calculando en microsegundos su magnitud, altura, dirección y quién sabe qué más datos genera su cerebro.
La Física es la única habitante de esta dimensión en el espacio que nació sin padre alguno, pero con dos madres. Aún no se sabe si fue la curiosidad o la necesidad la que la parió ni la fecha en que comenzó con sus andanzas entre los hombres.
Sería justo comparar también la Física con la energía. La humilde hija heredó de la madre Física la habilidad de ni nacer ni morir, solo mutar con el tiempo. Ella ha sido, a través del tiempo, a la vez testigo y protagonista, pero siempre muda e impalpable.
¿Quién puede decir qué es la Física? ¿Quién tendrá el suficiente valor para definir esa palabra vacía en un diccionario? ¿Quién la podrá encontrar?
Podrán decir muchos que no en un mundo tan agitado como el nuestro, la Física no se puede encontrar. Cierto. Esta vez su máscara no pertenece a esta Tierra. En nuestros días se disfraza de cohete y nos impulsa a explorar el espacio, cuyo vacío infinito es el objeto de esfuerzos en flor y muchos más marchitos. La Física y el espacio le regalaron al hombre inspiración en potencia, y ahí radica su mayor belleza. Porque, al fin y al cabo, ¿qué es un poeta sin su musa?
Diego Arguedas Ortiz
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